EDITORIAL



Toda educación tiene que tener por objetivo formar personas honestas, con convicciones profundas, fundamentadas en valores.

 La responsabilidad personal es muy importante para todos, pequeños y grandes.  La autonomía que los niños van logrando es necesaria para llegar a ser responsables. Por esto, se debe empezar a incentivar desde bien pequeños.

Un clima de confianza, dentro de la familia, es un apoyo para tener responsabilidad, se hacen las tareas con más ilusión y aprendiendo en el hogar otros valores como la sinceridad, la generosidad o la fortaleza, siempre y cuando padres y madres hagan lo posible para conocer las capacidades de cada uno de los suyos y se marquen retos asequibles a cada cual. Este ambiente positivo es vivir siempre con amabilidad para todos. Dice San Francisco de Sales: "Puede hacerse comprender la verdad y amonestar, siempre y cuando se haga con dulzura". Por lo tanto, hijos e hijas serán responsables si sus progenitores, los comprenden y saben razonarles conductas adecuadas, cuando están ofuscados. Es bueno, también, que vean que cuando los grandes no están acertados, saben pedir perdón.

Como siempre, la naturalidad y sencillez, son virtudes pequeñas que motivan al esfuerzo personal para ser mejores y vivir la responsabilidad con todo el compromiso que conlleva.